Alegato en la vista de sentencia

Arturo Martínez Nateras - 17 de septiembre de 1970 - En defensa Propia

por | May 12, 2005 | Artículos

Pero oídme,
Canallas:
En el mundo hay verdugos y víctimas,
Pero también
Hay luchadores
E. Evtuchenko.

En primer término, deseo atenerme íntegramente a las conclusiones presentadas por el Lic. Juan Manuel Gómez Gutiérrez, las cuales desnudan la patraña urdida por el Gobierno, patraña que en boca del Ministerio Público Federal usada para sentenciarnos sin otra razón que nuestra franca participación en un movimiento con cuyo contenido y formas de conducta estoy absolutamente identificado. Agradezco al Lic. Gómez Gutiérrez y a todos los abogados defensores los esfuerzos que ha hecho en nuestra defensa, esfuerzo y actividad, que por lo demás les ha concitado todo tipo de hospitalidades gubernamentales cuya manifestación más evidente es el atentado que recientemente todos conocimos. Por todos ello mi agradecimiento y solidaridad.

Me es igualmente indispensable expresar solidaridad plena con la actitud asumida por los compañeros del grupo cuya vista de sentencia debió haber sido realizada el mes anterior y quienes ante la ilegalidad de todo el proceso abandonaron la vista en una actitud viril que rompe con las reglas establecidas por la burguesía. A mi manera de ver las cosas es precisamente en esa dirección – al rompimiento de las reglas de juego burguesas apuntan las acciones de nuestro pueblo. Esta conducta será la que le permita al movimiento social mexicano conquistar su plena independencia política, ideológica y organizativa, base necesaria para implantar los cambios que reclama la situación del país. De esta tendencia son ejemplos contundentes el movimiento del 68, el repudio a la farsa electoral y en menor medida, la conducta de los compañeros a quienes hago mención.

La conducta de los compañeros representa la negación real y práctica del derecho que el Estado burgués pretende abrogarse para juzgarnos. Considero que el Estado del 2 de octubre carece del más mínimo derecho político, Moral e incluso legal para juzgarnos. Después del crimen de Tlatelolco, de esa pavorosa orgía de sangre ordenada por el vampiro de los Pinos, donde la fiera hincó los colmillos lo mismo en ancianos, niños, jóvenes y adultos todos indefensos y pacíficamente reunidos no es posible reconocer, ni siquiera formalmente, la mas insignificante legalidad a un estado de dictadura policiaco militar.

Concibiendo, así las cosas, comparezco obligado por un elemental principio de solidaridad, obligado a contribuir, aunque sea modestamente como es evidente:

En mi intervención no me refería a los compañeros que han podido entrar a esta sala y sobre todo a los de afuera, a los que no están presentes. Personal y subjetivamente me siento sólo obligado con el movimiento estudiantil y con los revolucionarios de mi país y será ante ellos ante quienes comparezca.

Comparezco ante mis compañeros de lucha y ante mi pueblo. Hablaré como militante del movimiento estudiantil, como miembro de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos y como individuo que se ha comprometido con la realización de una nueva revolución en México y, en consecuencia, como individuo absolutamente consiente de los riesgos que conlleva el propósito de aniquilar el régimen antidemocrático que oprime a nuestro pueblo.

El Gobierno pretende presentar el movimiento de 1968 como resultado de una conjura internacional puesta en práctica por un grupo de agitadores que embaucaron al estudiantado y lo condujeron a participar en una lucha a su juicio ilegal. ¿Cuál es la verdad? ¿Qué hechos se encuentran en el fondo del sistema social mexicano que producen explosiones tan maravillosas como la de 1968? ¿Cuáles son los problemas más graves económicos, políticos y sociales que urgen de una solución radical e inmediata y al no producirse esta violentan los acontecimientos y hacen aflorar el descontento? ¿Cuál es la alternativa que se presenta para el desarrollo de nuestro país? De la respuesta que se da a estas interrogantes depende la conducta naturalmente antagónica entre el gobierno y el pueblo de México.

¿Cuáles fueron las causas principales que dieron lugar al movimiento de 1968? A mi juicio, entre otras destacan las siguientes:

  1. El contenido profundamente antidemocrático y antipopular del régimen.
  2. El carácter oligárquico y explotador del sistema económico donde unas 300 familias se apropian de la parte mayoritaria de la riqueza nacional, y
  3. La crisis en que se debate el sistema educativo nacional.

La esencia del régimen es la antidemocracia y precisamente lo antidemocrático crea descontento no sólo entre los estudiantes, sino en todas las capas de la población.

La antidemocracia se manifiesta no únicamente en las frecuentes represiones. Este rasgo del sistema de gobierno tipifica cada célula del sistema social mexicano. Es inobjetable que existe antidemocracia económica, que la riqueza se acumula en unos cuantos y la miseria en las grandes mayorías. Los derechos de asociación son pisoteados, los derechos políticos burlados y tanto unos como otros, cuando al gobierno le es necesario, son violentamente reprimidos. La libertad de prensa es una farsa puesto que ésta se encuentra controlada por empresarios con mentalidad enferma que cumplen el ingrato papel de deformadores de la verdad y de fabricación de conjuras. La cantidad de presos políticos se eleva cada día alcanzando ya, unas de las cifras más altas del continente. Los asesinatos de campesinos que luchan por la posesión de la tierra son cada vez más frecuentes. Se persigue y encarcela a todos aquellos que luchan por cambios revolucionarios y a todos aquellos que pugnan por cambios en sentido democrático. Como en el caso de Luís Cabañas y su gente quienes se encuentran alzados en armas en la sierra guerrerense.

Contra quien se oponga se mantiene y refuerza el charrismo sidical, los dirigentes obreros y campesinos al servicio del régimen ni son obreros, ni campesinos ni mucho menos dirigentes, son simples burócratas con la misión de mantener sometido al movimiento popular.

El régimen es enemigo de la juventud y los estudiantes. Las organizaciones juveniles cuando son auténticas y genuinamente representativas sufren furiosamente perseguidas, como ocurrió con el Consejo Nacional de Huelga, la Juventud Comunista de México, la Central Nacional de Estudiantes Democráticos, etc. Se calumnian las justas luchas que en cualquier rincón del país realizan los jóvenes. Es el descontento acumulado el que da lugar a la aparición de luchas que como la de 1968 surgen en nuestro país y han sido los estudiantes actores fundamentales en virtud de que por ahora son ellos quienes cuentan con mejores posibilidades para expresar el descontento popular, porque con su acción el estudiantado anuncia los incontenibles movimientos que conmoverán mañana a la sociedad entera. Porque como individuos concretos, ciudadanos de un país antidemocráticos viven y sufren todos los problemas que afectan al país, y naturalmente se enfrentan a la crisis en que se encuentra el sistema educativo nacional.

El sistema educativo se encuentra en crisis, como resultado de la política, la filosofía y la pedagogía que impone la burguesía.

Los estudiantes democráticos en la Declaración de Morelia, desde 1963 formulamos conclusiones sobre la crisis del sistema educativo nacional su existencia hoy todo el mundo reconoce y a juicio dicha crisis consiste en el abismo cada día más profundo entre las necesidades educacionales de la juventud, el tipo y el contenido de la educación que requiere el desarrollo independiente y progresista del país, y lo que es y ofrece la educación que proporciona el régimen. Es la crisis de – entre la educación capitalista y la que reclama el movimiento: Educación democrática y científica.

Los voceros de la oligarquía presentan el problema como resultado de simples desajustes técnicos y como despilfarro de recursos. Demagógicamente se afirma que, desde el punto de vista económico, el problema está resuelto, que la “la inversión intelectual del régimen” está cubierta, pero los números revelan la realidad. He aquí algunos datos que demuestran lo falso de las afirmaciones oficiales.

El presupuesto que la Federación destinó a la educación en 1969 fue de 7,347 millones de pesos, cifra naturalmente mayor a la realmente aplicada, que representa solamente el 2.2% del Producto Nacional Bruto de ese año. Esto significa que destina apenas poco más o menos de la mitad del 4% que fue establecido en los acuerdos de la reunión Interamericana sobre Problemas Educativos realizada en Santiago de Chile en 1964. De acuerdo con esto, debería destinarse a la educación por lo menos 13,222 millones de pesos.

En su IV informe de Gobierno Díaz Ordaz reveló que en todo el país el Gobierno Federal beca a 40 mil estudiantes, cifra que comparada con los 250 mil que beca el gobierno cubano demuestra la mezquinidad de la política educativa y su escasísima –prácticamente nula – solicitud por la educación de los estudiantes de pocos recursos. A esto debe agregarse, para comprender la magnitud de dicha mezquindad, que para los 40 mil becados el gobierno destinó 57 millones 287 mil pesos, correspondiendo un promedio mensual de 120 pesos para cada niño o joven que recibe una beca. Y, por si no fuera bastante, la demagogia becaria de la oligarquía, queda en cueros al constatar por datos del mismo informe presidencial que esos 57 millones y pico representan solo la mitad de lo que el gobierno destinó en 1968 para la adquisición de máquinas y equipo destinados a la fabricación de pólvora, explosivos, cartuchos y armas, mortales artefactos que se utilizan contra el pueblo y los estudiantes.

Y para que a nadie le quepa la más mínima duda sobre el sentido regresivo de la política asistencial del régimen basta leer el VI informe presidencial para constatar que el número de niños y jóvenes beneficiados con servicios de asistencia económica y social en el año 69-70, fueron solamente 30 mil.

Con los anteriores datos queda claramente establecido que ni siquiera, desde el punto de vista cuantitativo son satisfechas las necesidades educativas del país. El movimiento estudiantil de 1968, tanto por sus demandas como por sus formas de actuar apuntaba exclusivamente a la democratización del país y ha sido la actitud gubernamental la que ha puesto en evidencia que en los marcos del actual sistema político y social de México, no es posible el logro de la democracia y que para su conquista hace falta luchar por una nueva revolución.

Nosotros luchamos por la democracia no como mero slogan o consigna demagógica, sino con el propósito claro y abierto de establecer en nuestro país un sistema de vida que permita el amplio desarrollo de las capacidades colectivas e individuales de todos los mexicanos.

El empleo de métodos violentos nunca fue, durante el movimiento de 68 parte del movimiento estudiantil y la violencia aparecida siempre fue provocada, auspiciada y concretada por el gobierno. Es necesario recordar que fue precisamente la represión a las manifestaciones del 26 de Julio la que generó el estallido que habría de convertirse en el movimiento estudiantil popular más importante de los últimos treinta años.

Todos aquellos, que de una u otra manera hemos participado o participamos en la lucha política independiente, debemos reflexionar que después del crimen de Tlatelolco parece que ya no podemos seguir pensando y actuando como hacíamos antes de ese suceso trágico. Hay que tener presente que nos es vital una revaloración de todos nuestros planteamientos y tácticas políticas. Con Ricardo Flores Magón aspiró a que entendamos que “no somos gemebundos mensajeros de paz: somos revolucionarios. De hoy en adelante, los marrazos de los mercenarios del César no encontrarán el pecho inerme del ciudadano que ejercita sus funciones cívicas, sería insensato responder con la ley a quien no respeta la ley; seria absurdo abrir el código para defendernos de la agresión del puñal o de la ley fuga. ¿Talionizan? ¡Talionicemos!” ¿A balazos se nos quiere someter? ¡Sometámoslos a balazos también!

Que se aparten los cobardes: no los queremos para la revolución sólo se alistan los valientes. Del 2 de octubre en adelante y cada día son más los que así lo entienden, la lucha política en México se va a desarrollar en otro terreno y van a ser los revolucionarios los que impondrán sus reglas de juego. En adelante ya nadie que sienta su responsabilidad revolucionaria y sea consecuencia con ella actuará como antes.

El mito de la legalidad burguesa se derrumbó como pesado ídolo con la masacre de Tlatelolco y posteriormente ha sido sepultado con hechos entre los que se cuentan la clausura de las normales rurales, la liquidación de las prevocacionales, la invención de conjuras terroristas, el encarcelamiento de nuevos compañeros, y este proceso forma parte del estiércol que hundió para siempre la legalidad burguesa. El mito de la legalidad se ha derrumbado y de hoy en adelante los que mueran deben morir “por su autentica y única liberación”.

Si señores, a mi juicio, la masacre de Tlatelolco cerró las posibilidades de acción democrática y de ahí en adelante quien entienda que esto así debe realmente prepararse: política, organiza y militarmente para ser consecuente con esta idea. La masacre de Tlatelolco concluye un capitulo de la lucha del pueblo de México. De ahí en adelante los revolucionarios tienen que prepararse política, orgánica y militarmente para uno distinto

Entiendo lo anterior y comprendiendo que no será un reducido grupo de compañeros quienes modifiquen la situación nacional es necesario tener plena conciencia de la conducta gubernamental en relación con el movimiento de masas. Esta conducta es básicamente provocadora.

En nuestro país actúan impunemente los organismos de provocación imperialista, especialmente la C I A y el FBI pero hay que decir que su actuación no va, como algunos lo piensan encaminada a socavar el carácter “progresista” que ellos le atribuyen al régimen, sino que ponen sus recursos técnicos al servicio del gobierno mexicano. Ya en 1960 Valentín Campa denunciaba la participación del experto en represiones contra huelgas Dean Stephansky quien fue especialmente traído de Paris para que asesoraran al gobierno mexicano en la represión de 1959.

En 1966 en Morelia, durante el movimiento del estudiantado michoacano contra el gobernador Arriaga Rivera al decidir el Gobierno Federal mantener en el poder la prensa nacional y local se empeño en presentar al movimiento que sólo el día anterior calificara como todo nobleza y limpia expresión juvenil como resultado de una conjura contra México. Así descubrieron el supuesto sabotaje contra la subestación eléctrica de Santiaguito, naturalmente, organizado por el movimiento estudiantil y, ¡cómo no! apareció la infalible conjura internacional tipificada en este caso en la supuesta participación en el movimiento de tres maestros extranjeros quienes ni siquiera se encontraban en Morelia en los días del movimiento. Uno de ellos el Dr. Díaz Rossoto, exiliado guatemalteco fue salvajemente torturado y entregado al gobierno de su país que lo perseguía encarnizadamente.

En febrero de 1968, a raíz de la Marcha de la Libertad, el gobierno invento una nueva patraña; se trataba ahora de que los estudiantes cometerían pecado de sacrilegio cívico pues aspiraban a tañer la Campana de Hidalgo. Se trataba de volcar en su contra el fanatismo de la región por donde pasaría la marcha y sentar las bases de la represión. Afortunadamente este absurdo fue derrotado y la marcha se inicio. Fue precisamente en los momentos en que esta cobraba mayor fuerza y avanzaba triunfalmente rodeada de un extraordinario apoyo popular el gobierno la disolvió con el ejército.

En el mismo momento en que el ejército disolvía la marcha, se daba a conocer la noticia de un supuesto sabotaje al tren de Ciudad Juárez, tren que precisamente unos días antes se había negado a conducir grupos estudiantiles a Salamanca. El sabotaje se había realizado cerca de Celaya, uno de los centros de operación estudiantil. Al mismo tiempo en la Ciudad de México la policía realizaba múltiples arrestos de personas de convicción revolucionaria. Todo parecía perfecto la conjura comunista había sido descubierta a tiempo y los sagrados intereses de la patria serían salvaguardados por el heroico ejercito nacional. Nuevamente el cálculo falló. Gracias a la madura reacción de los estudiantes quienes no cayeron en la trampa tendida y no aceptaron un enfrentamiento a todas luces desventajoso, gracias también al telegrama que un ferrocarrilero entregó oportunamente el cual constituía irrefutable prueba de que el descarrilamiento no era sino parte de un plan gubernamental criminalmente conformado.

El plan gubernamental en el siguiente: los provocadores que oportunamente el gobierno coló en la marcha insistirán en el enfrentamiento con el ejército tratando de aprovechar el desprecio que el estudiantado siente hacia éste y contando con que surgirían manifestaciones de heroísmo juvenil. Junto con el enfrentamiento las declaraciones de Jorge Vélez, los arrestos de comunistas y el descarrilamiento del tren estructuraban las evidencias de la conjura roja y con ello la persecución de todo aquel que se opusiera al régimen sería cuestión de rutina. Afortunadamente en ese momento fue posible parar el golpe.

Poco después se presentaron las declaraciones de Edgar H. Hoover descubriendo una conspiración comunista requiriendo la intervención del Estado en las Universidades y especialmente en la UNAM pues en estas imperaba la anarquía y eran queridos rojos.

Así los hechos hasta que se producen los acontecimientos del 26 de Julio cuyo origen todos conocemos. Pero aun nos preguntamos ¿Qué fue lo que ocurrió ese día? ¿A qué se debe que en la mañana el Lic. Roberto López Ostaloza, director de Gobernación del Departamento del D.F. personalmente me advertía tener mucho cuidado con los “provocadores” que a su parecer podían colarse en la manifestación de solidaridad con la Revolución Cubana? ¿Por qué Corona del Rosal en su afamado discurso ante los barrenderos declaró que a los organizadores de la manifestación del IPN habían estado advertidos que iba a producirse agitación? (Discurso ante los barrenderos) ¿Por qué? Parece que aún va a pasar un poco de tiempo para que podamos aclarar en todos sus detalles el trasfondo de los acontecimientos del 26 de julio. Por la forma en que estos se presentaron, parece que el gobierno de la República pretendió aprovechar la situación para asestar un golpe mortal a las organizaciones democráticas y revolucionarias.

Nuevamente se descubría la conjura contra México, se apresaba a militantes revolucionarios, “a peligrosos agentes del comunismo “internacional” se difundió simplemente el apócrifo manifiesto Juventud al Poder y por supuesto arrestaban también a agentes policíacos cuyas declaraciones servirían para justificar la represión. No contaron las autoridades con la situación general del país, de cuyas entrañas irrumpió poderoso el volcán estudiantil.

Encauzada la lucha hacia la consecución de los seis puntos del pliego petitorio cuya solución en esencia no ponía en riesgo el sistema dominante y aparentemente sólo requería cambios en la actitud gubernamental hacia la lucha popular, el gobierno se decide a mantener los viejos métodos y arremete contra el movimiento. La prensa se empeña en presentar al movimiento estudiantil como algo ajeno a las luchas del pueblo, ajeno a la idiosincrasia mexicana. El CNH, inteligentemente logra desbaratar esta patraña. El gobierno no ceja en su empeño y siempre cuando la solución del conflicto se antojaba al alcance de la mano aparece invariablemente una nueva provocación montada en gran escala y con lujo de detalles. Pequeños actos irreflexivos son extraordinariamente aprovechados para montar nuevas trampas al movimiento. El gobierno al responsable incuestionable de la provocación.

Si analizamos todos los momentos y circunstancias en que el movimiento estudiantil de 68 fue reprimido no podemos menos que concluir que el gobierno utilizó la provocación precisamente para evitar la solución positiva del conflicto y aplastar la lucha. El movimiento estudiantil actuó siempre con gran responsabilidad y conserva validez la palabra de orden de que manifestación sin policía es manifestación pacífica.

Luís Echeverría y Corona del Rosal, en la madrugada del 30 de Julio hacen ya referencia a un posible intento de sabotear las olimpiadas, del cual y sin haber hecho investigación alguna se responsabiliza –en boca de Echeverría- a la CNED ; el allanamiento, bazucaso previo, de la Escuela Nacional Preparatoria con la consiguiente violación de la autonomía universitaria; los ametrallamientos contra las vocacionales y preparatorias y contra el Colegio de México; los camiones con piedra, las piedras en los botes de la basura, los ofrecimientos de armas que frente a las escuelas hacían agentes policíacos son hechos que muestran la conducta oficial.

El mismo sentido tiene la utilización morbosa y preconcebida de lo ocurrido el 27 de agosto cuando se desvirtuaron hechos tales como el izamiento, totalmente legítimo de la bandera rojinegra en el asta de la Plaza de la Constitución, el repicar de las campanas de Catedral. Al día siguiente, luego de la represión nocturna, ondeaba radiante una hermosa cuanto nueva bandera rojinegra que había sustituido a la deshilachada que fue retirada por los mismos estudiantes. La prensa publica desplegadamente el ultraje a la bandera y la profanación a la Catedral. El Regente se apresura a organizar el desagravio a la enseña patria y el MURO a la iglesia. Todo en adelante sería vocinglería chauvinista. La mitra no se presta a la maniobra y aclara que no existió tal profanación. Uno de los componentes del drama se viene a bajo, pero no importa tiene el poder y en consecuencia millares de recursos. El país sufre días de trasnochado, nacionalismo, el presidente no pierde ocasión para hacer “profesión de fe patria”. El pueblo no se come la provocación y fracasa nuevamente la maniobra. La dinámica del movimiento da como resultado una nueva derrota a la provocación.

Recobrado el vigor del movimiento, el gobierno la emprende por la vía del terror reaccionario y la liquidación física del estudiantado. Reaparecen los grupos que comanda Jorge Eduardo Pascual quienes actúan con el propósito evidente de intimidar al movimiento y preparar el ambiente necesario para justificar la represión. Es descubierto un supuesto sabotaje contra las líneas de transmisión eléctrica que alimentan el DF Previamente a la Manifestación Silenciosa del 13 de septiembre la Ciudad de México sufre una ofensiva propagandística gubernamental encaminada a aterrorizar a la población para que fracase la manifestación. Se utilizan en los talleres públicos para imprimir panfletos (muestras) y todo tipo de calumnias; con toda la manifestación resulta un éxito y el movimiento recobra la iniciativa de las acciones. Nuevamente parece la solución política está al alcance de la mano. Nuevamente los estudiantes demuestran su gran madurez y sentido de responsabilidad. Y nuevamente el gobierno la toma por el camino de la provocación y desata una intensísima campaña tanto militar como publicitaria contra el movimiento. El 18 de septiembre la Ciudad Universitaria es invadida por el ejército 23 de Septiembre se produce un cruento enfrentamiento en el Casco de Santo Tomás; los partidos políticos oficiales, las Cámaras de Diputados y Senadores actúan como factor de acolchonamiento, explicación y justificación de la represión; cuando no como solicitantes abiertos de ella.

Bien vale la pena volver nuevamente los ojos hacia los acontecimientos del 2 de octubre, teniendo en cuenta que, precisamente ese día, se había realizado una entrevista entre una comisión del Consejo Nacional de Huelga y una gubernamental nombrada especialmente nombrada para que negociara con los estudiantes. También hay que recordar que ya antes del 2 de octubre se habían celebrado dos mítines en la Plaza de Tlatelolco sin que ocurriera ningún incidente. (El 7 y el 25). El Consejo Nacional de Huelga convocó al mitin con el propósito de insistir en la solución de los seis puntos del pliego petitorio y ese día, por la mañana acordó suspender la marcha que se había acordado realizar de Tlatelolco al Casco de Santo Tomás, con el propósito de facilitar el desarrollo de las negociaciones recién iniciadas.

Esto fue comunicado a los asistentes al mitin; el mismo orador hizo del conocimiento de todos los asistentes que el ejército encontraba en la Avenida Manuel M. González y que al terminar dicho mitin todos los asistentes deberían regresar a sus casas. Así las cosas, el mitin transcurría en completa calma y para todos los asistentes resultaba imposible imaginar que sólo unos minutos después serían víctimas de una de las agresiones más canallas que hayan efectuado gobierno alguno en contra del pueblo reunido pacíficamente en un acto público y a todas luces legal. Poco antes de las seis de la tarde un helicóptero circunvolaba la Plaza de las Tres Culturas semejando un buitre al acecho de los cadáveres que el ejercito pondría a su disposición. El destacamento militar avanzó inesperadamente y sin advertencia alguna invitando u ordenando a los asistentes al mitin se disolvieran, empezó a disparar. Hay que tener presente que el helicóptero lanzó señales luminosas, las cuales habían sido previamente acordadas por la inteligencia militar tal como lo relató a un periodista el general Hernández Toledo. De acuerdo con esto la señal verde les indicaba que debían avanzar hacia el mitin y la roja que en este había provocadores y que era necesario disparar. Por otro lado, el Batallón Olimpia se apoderaba del edificio Chihuahua, confundiéndose con la multitud vistiéndose de paisanos.

En la declaración rendida por el capitán primero de caballería Ernesto Morales Soto éste señaló, como consta en el acta número 54 832/68, que el día 2 de Octubre dos secciones de caballería compuestas de 65 hombres pertenecientes a los XVIII y XIX regimientos de caballería fueron puestos a sus ordenes para que se trasladaran a la unidad Tlatelolco, “llendo todos vestidos de paisanos e identificados como militares por medio de un guante blanco… confundiéndose con los allí presentes que se habían reunido sin saber para que motivo, que posteriormente al lanzamiento de una luz de bengala, como señal previamente convenida deberían de apostarse en ambas puertas e impedir que entrara o saliera persona alguna, que después de lanzada la señal mencionada, empezaron a oírse gran cantidad de disparos que provenían de la parte alta del edificio mencionado así como de los ventanales y dirigidos hacia las personas que se encontraban reunidas las que trataban de protegerse… que en cumplimiento de las ordenes recibidas la gente al mando del declarante disparó al aire para dispersar a la gente”.

Hay que señalar que la declaración del mencionado capitán es una prueba incontestable de que el ejército, seguramente bajo las órdenes del presidente Díaz Ordaz, preparó meticulosamente el desencadenamiento de los hechos que enlutaron tantos hogares. La declaración del capitán Ernesto Morales coincide con la del general Hernández Toledo en el sentido de que el ejército había acordado señales previas de ataque, persecución y arresto contra los manifestantes.

Las declaraciones que constan en autos dicen que los primeros disparos provenían de la parte alta del edificio Chihuahua, y precisamente este hecho formaba parte de la estrategia militar acordada para actuar en la forma en que lo hicieron. Pues unos segundos antes de que empezaran los disparos el batallón Olimpia en cuestión de segundos llevó a cabo una situación de los estudiantes que se encontraban en el tercer piso por miembros del batallón Olimpia quienes no encontraron resistencia en los estudiantes.

Los dispararos que hizo el batallón Olimpia contra la multitud que ya corría en todas direcciones por la presencia de los soldados en la plaza fueron contestados por nutrido fuego que provenía de las tropas uniformadas. Se ve pues que la provocación fue montada con todo lujo de detalles y que muchos de los soldados no tuvieron conocimiento exacto de todo el plan del ejército.

Los estudiantes no pudieron haber disparado dado que al iniciarse el tiroteo la mayoría de los que inicialmente se encontraban en el tercer piso estaban detenidos y los que pudieron salir de allí permanecieron refugiados en un departamento del mencionado edificio donde no hay indicios de que se haya disparado, los compañeros que se refugiaron en los departamentos fueron detenidos y no se les encontró arma alguna ni de que las hubiesen tenido. En Tlatelolco murieron cientos de personas y el responsable de esta carnicería es el gobierno.

En vez consumida la agresión el régimen pretendiendo justificar lo injustificable desplegó una intensísima campaña de enlodamiento de la lucha estudiantil; sin embargo, no logro evitar los testimonios periodísticos aparecidos en la prensa nacional que prueban ampliamente que fue el ejército quien provocó y consumó la agresión. Y así como antes del 2 de octubre y como una medida profiláctica ordenaron el cierre de las armerías del D.F., así después de consumada la fechoría atormentaron espantosamente a la mayoría de los compañeros detenidos en el campo militar obligándolos a firmar declaraciones resultado tanto del terror físico como moral. Naturalmente que aparecieron otros tipos de declaraciones aquéllas francamente policiacas y provocadoras. Los propósitos de la campaña y de las declaraciones estaban destinados a:

  • a) Justificar la represión
  • b) Enlodar el movimiento
  • c) Atemorizar los estudiantes, y
  • d) Desorientar al pueblo.

Las experiencias acumulada por el movimiento estudiantil en los últimos años de intensa lucha es una gran riqueza que los dirigentes deben asimilar pues en mucho de ello depende que nos enfrentemos al enemigo con mayores posibilidades de éxito. Lo dicho en relación con la provocación nos permiten concluir que:

  1. En nuestro país el principal responsable y el promotor de la provocación es el gobierno a grado tal, que esta se ha convertido en una conducta del régimen.
  2. La provocación aspira inicialmente a hacer fracasar las luchas desprestigiándolas y buscando el enfrentamiento entre pueblo y estudiantes cuando esto fracasa, va encaminada a preparar el ambiente y justificar la represión abierta.
  3. Los componentes de la provocación incluyen invariablemente, los elementos que pueden herir la sensibilidad religiosa, el fervor nacionalista y siempre presentan una elevada dosis de anticomunismo.
  4. La reacción, llamase gobierno mexicano, CIA, o como se llame, cuenta siempre con una cantidad tal de recursos, que le permiten poner a su servicio a un buen número de provocadores infiltrados en el movimiento. Luego de cada lucha algunos quedan totalmente desenmascarados, pero otros son cuidadosamente reservados en espera de su oportunidad.

Después del 2 de octubre el gobierno prácticamente ha adoptado una táctica terrorista en la cual la provocación juega un papel sumamente importante.

Díaz Ordaz en el último informe presidencial dedicó una buena parte del llamado mensaje político a hacer lo que podríamos llamar una elegía a sí mismo o apología de un canalla. En ella asegura que puede enfrentarse al pueblo de México y decirle “misión cumplida”. Los aplaudidores hablan de que Días Ordaz ocupa ya, un lugar en la historia; por mi parte considero que tiene razón Gustavo Díaz Ordaz ocupa un lugar en la historia junto a todos los traidores y asesinos del pueblo de México, su lugar está junto a Iturbide, Santa Anna, Porfirio Díaz y Victoriano Huerta, ante ellos es quien con toda justicia podrá decir misión cumplida. Su misión consistió en incrementar la exploración, la desculturación y represión de que es víctima el pueblo de México. Los crímenes de Ciudad Madera, Atoyac, Acapulco y Tlatelolco 2 de Octubre; las intervenciones militares a las universidades de Michoacán, Sonora, Tabasco y UNAM; la represión contra el movimiento de los médicos, contra los petroleros transitorios, contra la Marcha de la Libertad; la clausura de las normales rurales, y la liquidación de las prevocacionales; el asesinato continuo de campesinos y tantos otros hechos configuran la estructura global de la misión que Díaz Ordaz tan exitosamente cumplió.

Por mi parte declaro que sí es por la convicción de que en México hace falta una nueva revolución, por la convicción de que el movimiento estudiantil tendrá que jugar un destacado papel en este proceso revolucionario; si es por la convicción de que siempre he estado dispuesto a actuar en función consecuente de mi forma de pensar; si es por mi militancia política que me juzgan; ante mis compañeros me declaro convicto y confeso de ser comunista, de ser de aquéllos que están dispuestos a jugarse el pellejo por sus ideales. No imploro clemencia, pero advierto a los verdugos que el pueblo no reparará en los medios para hacerse justicia cuando suene la hora de los que nada tienen.

Alguien aseguró que la cárcel es un vestido de piedra, el gobierno nos ha obliga a lucir semejante vestidura al igual que Flores Magón. De mis compañeros me despido como hermano y les garantizo que volveré a ellos a ellos como hermano; me despido como revolucionario y volveré a ellos como revolucionario. La cárcel no nos doblegará, me encarcelaron por rebelde y aseguró continuar siendo rebelde.

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