¿Es «La Izquierda Mexicana del Siglo XX» un libro más? Lo primero que hay que decir es que no es un libro.
No, «La Izquierda Mexicana del Siglo XX» es toda una biblioteca, se trata de un libro de libros que constituye, en su totalidad, un compendio monumental que cuenta una historia que no había sido antes contada. Una historia sucedida mas no escrita. Es allí donde radica una de las peculiaridades y méritos de este gran trabajo; una obra que nos habla, que rememora, que nos presenta y reivindica la historia ignorada, o a lo sumo parcialmente conocida, de actores, acciones, pensamientos y momentos que contribuyeron a forjar la gran historia del México del siglo XX, y de la que, sin embargo, nada o muy poco se sabe.
Una características más de este tan denso como polícromo libro de libros, sería que los millones de caracteres que fueron plasmados en sus tres primeros tomos, más los tres que le seguirán, no fueron obra de un solo individuo pensante y actuante. Todos ellos, todas esas letras, espacios y signos; todas esas palabras, enunciados, párrafos, títulos y capítulos, que son voz y tono diverso de una misma sinfonía, son fruto de un ente colectivo, son polifonía de una gran orquesta: un conjunto de sonidos ejecutados con su propia línea melódica y combinados magistralmente bajo la misma dirección para conformar un todo armónico.
Sí, porque «La Izquierda Mexicana del Siglo XX» es producto de la confluencia de una pléyade de espíritus, intelectos y voluntades diversas que, haciendo a un lado lances y avatares propios de la cotidianidad en la que todos estamos inmersos de manera inevitable, y donde algunos incluso se ahogan o sienten ahogarse, acudieron al llamado de Arturo Martínez Nateras, creador del concepto, apasionado y terco gestor y coordinador del mismo, para tejer, entre todos, cual laboriosos y vehementes arácnidos, esta vasta red de datos, perspectivas, memorias y saberes en torno a una parte de la historia mexicana que la historiografía oficial se esmeró en mantener oculta, o muy poco visible y sesgada, a lo largo de todo el siglo pasado y aun en lo que va del presente, negándole así al pueblo de México, de manera miope, irresponsable y mezquina, el acceso al conocimiento de momentos, personajes, ideas y movimientos reales que resultan piezas imprescindibles para completar el gran puzle (rompecabezas) de la historia reciente de todos los mexicanos.
La historia mexicana escrita, y no menos la historia objetiva, le estarán pues en deuda, por esta osadía loca (¿qué osadía no lo es?), al no menos osado ingeniero Arturo. Basten tan sólo estos dos aspectos para resaltar la relevancia y el valor trascendental de esta obra enciclopédica.
Refiriéndome al primero de ellos, intentaré un acercamiento en torno al porqué del menosprecio de la historiografía oficial hacia los actores de izquierda y a los momentos que todos ellos protagonizaron a lo largo del siglo XX; de manera particular hacia la izquierda socialista y comunista que, para asombro y seguramente cierto escepticismo de no pocos, jugó un papel decisivo en los nudos históricos del pueblo mexicano; papel que, como ya reiterado, no ha sido reconocido debidamente ni aquilatado en su justo peso y dimensión. Para entender, si no todas al menos algunas de las razones de tal menosprecio, incluso aversión, será necesario hacer un viaje en el tiempo y remontarnos a las entrañas del siglo XIX. Este viaje imaginario, que prometo será raudo y ligero, nos ayudará a comprender una tesis que no requiere comprobación alguna, puesto que su validez nos es corroborada, día con día, en todo coyuntura: la sociedad mexicana es una sociedad preponderantemente conservadora, y como tal, aferrada a viejos dogmas, visiones, ilusiones y tradiciones, y por tanto intolerante y cerrada frente a cualquier forma de pensamiento que no sea acorde a esos viejos dogmas, visiones, ilusiones y tradiciones. Más todavía, además del conservadurismo imperante en nuestra sociedad, ésta ha evidenciado repetidamente su carácter anticomunista.
He aquí una razón más para apreciar con mayor holgura y para encomiar esta propuesta histórico-cultural, y para entenderla y aceptarla como una apuesta indispensable por la verdad, o por lo menos por el acercamiento a ella, pues de cierto sabemos que concepto tan sublime y elevado será siempre el horizonte luminoso que nunca alcanzaremos a cabalidad, pero que nos incitará a caminar siempre hacia adelante.
Recordemos:
El Manifiesto del Partido Comunista fue publicado por primera vez el 21 de febrero de 1848 en Londres, así que bien podríamos tomar esta fecha como el nacimiento simbólico del marxismo. 36 años después, en 1884, dicha obra fue publicada en México y conocida por círculos de trabajadores y de intelectuales, aunque de manera muy limitada. En ese tiempo, el proletariado industrial se encontraba en su fase de surgimiento. Las relaciones capitalistas de producción todavía no se habían impuesto en la base económica y, por lo tanto, la contradicción Capital–Trabajo aún no se hallaba en el centro de la confrontación de clases. El país sufría bajo la opresión de una dictadura militar reaccionaria y proimperialista; la retrógrada y anquilosada iglesia católica dominaba ideológicamente en todo el país, al mismo tiempo que constituía un importante poder político y económico.
Estas circunstancias influyeron de manera negativa sobre el proceso de la propagación del socialismo científico y de la cosmovisión comunista en general. Al momento de la publicación del Manifiesto Comunista en Europa, la iglesia católica dio inicio a una rabiosa campaña anticomunista en plena coincidencia con la clase burguesa, que por obvias razones veía en el ideal comunista una amenaza letal. El comunismo era condenado sin miramiento alguno por el Vaticano, y además de prohibido, fue señalado por el Papa como «obra del demonio». Esta cruzada anticomunista no solamente fue asumida por los predicadores católicos en Europa, sino también en los países latinoamericanos.
De esta manera, sucedió que en México fue implantado el anticomunismo en la conciencia de los mexicanos tres décadas antes de que las ideas comunistas llegaran y comenzaran a propagarse en territorio nacional. En Europa, el anticomunismo fue una reacción ante la creciente influencia y el poder de convencimiento del marxismo, sobre todo entre la clase obrera y la intelectualidad. En América, en cambio, particularmente en nuestro país, se estaba atacando al enemigo y se le estaba condenando, satanizando, excomulgando, ejecutando y sepultando, mucho antes de que se supiera quién era en realidad el enemigo a combatir, satanizar, excomulgar, ejecutar y sepultar.
Los prejuicios y las mentiras anticomunistas fueron difundidas valiéndose de la fuerte conciencia religiosa y del fanatismo propiciado y alimentado desde el púlpito en todos los rincones de México. La propaganda anticomunista hizo eco efectivo en la conciencia de las masas populares y se consolidó como un poderoso obstáculo para la propagación del pensamiento marxista, obstáculo que aún hoy no es fácil superar, sobre todo en el campo y en lugares poco desarrollados de la geografía nacional.
Baste pues este dato, que no es el único, para ilustrar el porqué de las grandes dificultades que ha tenido el pensamiento y los movimientos de izquierda para su propagación y consolidación en esta nuestro querida patria guadalupana, católica, apostólica y romana.
Por lo que respecta a los sucesivos gobiernos (más burgueses que democráticos) emanados de la revolución democrático-burguesa de 1910-1940, estos hicieron su parte; no estaban interesados en tolerar, mucho menos en valorar las visiones y las acciones de personajes y movimientos de izquierda, particularmente de la izquierda socialista y comunista, sino más bien lo contrario, razón por la cual estos fueron simplemente ignorados por la historiografía oficial, entre otros hechos que en este momento no pretendo abordar. Pareciera, pues, como si la izquierda mexicana más consciente y consecuente no hubiese formado parte de, ni hubiese sido activa y heroica forjadora de nuestra historia contemporánea.
Para concluir este «Breve comentario a la Izquierda», me permito hacer un somero recuento del contenido de los tres tomos publicados, así como de los que se hallan en ciernes.
La obra, en su totalidad, consta de seis libros:
Libro 1.- Cronología.
Libro 2.- La izquierda en los movimientos sociales.
Libro 3.- La izquierda: Artes, y humanidades.
Libro 4.- Diccionario biográfico.
Libro 5- Diccionario de planes, programas, ideas, organizaciones, partidos y movimientos de la izquierda mexicana del siglo XX.
Libro 6.- Cronología gráfica.
El libro 1 –«Cronología»– es una acertada apertura que contextualiza el contenido total de la obra en el marco del tiempo y los momentos decisivos de la historia mexicana del siglo XX. Abre con un texto introductorio a cargo del coordinador general del proyecto, Arturo Martínez Nateras, y con dos ensayos magistrales: «Los primeros socialistas mexicanos», por Marcos Leonel Posadas, y «La izquierda hoy», a cargo del mayor historiador mexicano contemporáneo, Enrique Semo Calev. La cronología en sí, elaborada por Gerardo Peláez Ramos, distribuida en nueve capítulos, parte de «La situación revolucionaria (1901-1910)» y cierra con «El periodo neoliberal (1982-2000)», así como con una vasta bibliografía que será festín de todos los estudiosos de la historia. Como remate, este primer libro nos ofrece los ensayos: «Ser de izquierda hoy» y «Política de izquierda», de Arturo Martínez Nateras y María de la Luz Núñez Ramos, respectivamente, así como un compendio de siglas y un índice onomástico.
El libro 2 –«La izquierda en los movimientos sociales»- consta de una introducción y 44 ensayos a manos de diversos autores, de los cuales sólo menciono algunos como botón de muestra: “Las izquierdas y la revolución mexicana”, “La participación de socialistas en la revolución mexicana”, “El movimiento cultural mexicano”, “Cárdenas: reformas, organización y corporativismo”, “Mujeres del porvenir”, “Mujeres en lucha”, “La guerra cristera”, “La izquierda y el sindicalismo universitario”, “La revolución de las batas blancas”, “Juventud y revolución”, “El movimiento estudiantil, orígenes y tendencias”, “El 68 mexicano”, “#Yo soy 132: acontecimiento y devenir”, “El festín de las balas: la guerrilla en la década de los años setenta”, “El sismo que nos cambió a todos”, “La izquierda se quedó a la orilla del río en el 2000”, “Las elecciones de 2006 y 2012”, «La propuesta zapatista de lucha social”, y: “Ayotzinapa”.
El libro 3 –«La izquierda. Artes y humanidades. Trazos y perspectiva»– que es protagonista el día de hoy, se rige por una metodología innovadora y vanguardista que divide los textos en cuatro grandes bloques: “Territorios subversivos”, “Heterotopías: espacios de encuentro”, “Estrategias plásticas del activismo”, “El archivo, la imagen, el texto, la emancipación”, y un por demás interesante anexo: “La ruta de la izquierda en la ciudad de México”. A su vez, estos cuatro bloques se dividen en 10 provocativos subbloques: “Utopías, ucronías, revoluciones, el presente”; “Archipiélagos comunitarios y movimientos sociales”; “Pensamiento crítico”; “Refugios, exilios, migraciones, desplazamientos”; “Arquitectura social, muralismo y arte público”; “Puño y letra: de la imprenta a la calle”; “Narrativa y poética: las tramas de la izquierda”; “La verdad y las nuevas formas de la información”; “Conflictos, revueltas, memorias de luz” y “Sonidos de la resistencia”.
Los 54 ensayos, clasificados en dichos bloques y subbloques, son todos reveladores y apasionantes. De ellos tomo al azar sólo diez que bien podrían servir como aperitivo para hacernos antojadiza su lectura; aunque, a decir verdad, para ello debería bastarnos el título del volumen.
Luego de la consabida presentación, a cargo del coordinador de «La Izquierda…», inicia este magnífico tomo con el ensayo de Juan Villoro: «La duración de la impaciencia, discurso sobre el tiempo político». De allí en adelante, el magistral volumen de marras nos regala, en sus espléndidas 804 páginas, textos tales como: “Vanguardia y arte posrevolucionario en México”, “El Fondo de cultura económica y la izquierda en los siglos XX y XXI”, “La literatura mexicana del siglo XX a la luz de la revolución”, “La novela de la guerrilla”, “El ardiente amanecer del mundo: apuntes sobre la poesía de izquierda en México”, “La cámara doble: fotografía de izquierda en México”, “Compendio de la izquierda en el cine mexicano”, “La corazonada siniestra: cuatro instantes a la izquierda de la literatura mexicana”, y “Los epifenómenos de la guerra, la verdad y las nuevas formas de información”.
El libro 4 –«Diccionario biográfico»– representa un descomunal trabajo de investigación y recopilación de datos, hasta el momento de más de seis mil semblanzas de personajes, dirigentes, militantes, presos, perseguidos, desaparecidos, ejecutados. En fin, de los héroes, activistas y víctimas, todos ellos protagonistas de la izquierda mexicana del siglo XX. Este volumen registra un avance del 80 por ciento, según datos de la coordinación, y a su término será un enorme compendio, inédito a nivel mundial, de biografías de mujeres y hombres de izquierda que, mexicanos o no, han contribuido, de una u otra manera, a la construcción de nuestra historia en el siglo cuyas luces y sombras todavía nos alcanzan. Por el alcance de la investigación es muy probable que se publique en dos volúmenes.
El libro 5 –«Diccionario de planes, programas, ideas, organizaciones, partidos y movimientos de la izquierda mexicana del siglo XX»– de aproximadamente 720 páginas, se encuentra en proceso y será una fuente de consulta imprescindible, sobre todo para los investigadores y estudiosos de la izquierda mexicana del siglo XX, que aportará saberes, enfoques, motivos y planteamientos concretos de distintas tendencias desde la izquierda de la historia de México, a los que el lector especializado, o especialmente interesado, podrá acceder de manera rápida y funcional, logrando una visión de conjunto y a la vez sistematizada de tan rica y variada temática. Aquí encuentran lugar expresiones tales como: anarquismo, utopismo, mutualismo, cooperativismo, anarco-sindicalismo, magonismo, comunismo, trotskismo, nacionalismo revolucionario, lombardismo, maoísmo, guevarismo, zapatismo, etcétera, etcétera, etcétera.
El libro 6 –«Cronología gráfica»– de 720 páginas, es eso precisamente, una cronología gráfica, una colección sistematizada y ordenada de más de mil fotografías y carteles alusivos a la historia de la izquierda mexicana y a la izquierda en la historia mexicana del siglo XX.
En resumen, y como conclusión, podemos decir que esta ambiciosa y visionaria obra constituye, desde ya, una importantísima aportación, que el tiempo mismo se encargará de calificar como imprescindible, para el conocimiento y el reconocimiento de una fuerza social, política, intelectual y artística de primer orden en la historia contemporánea de nuestro país, y para la valoración objetiva y justa de su rol en el devenir histórico de México.
UMSNH/Morelia/13.11.19